ceo de filosofía en la red, catedrático de licenciatura en la Universidad Santander (México), mtroe. filosofía y valores, est. de lic. en geografía e historia, lic. en psicología organizacional; enfermero
En este artículo daré una respuesta razonada a la pregunta acerca de la utilidad de la filosofía. Empezaré analizando el sentido y la intencionalidad de la pregunta “filosofía, ¿para qué?”. A continuación, estudiaré los diferentes significados de la palabra “filosofía” en el contexto de esa pregunta (apartado segundo). En el epígrafe tercero, presentaré algunos ejemplos de respuestas a la pregunta “filosofía, ¿para qué?” tal como ésta se entiende en una perspectiva histórica y antropológica. A continuación, tomaré en consideración algunos sistemas filosóficos sobresalientes para ver cómo han respondido a la pregunta sobre la utilidad de la filosofía (apartado cuatro). Por último, argumentaré cuál es la respuesta a la pregunta “filosofía, ¿para qué?” desde una filosofía materialista estoica del presente (sección cinco).
La palabra “filosofía” tiene, al menos, dos acepciones, una amplia y otra más restringida (cfr. Bueno, 1974, pp. 13 y ss). En su acepción amplia, “filosofía” significa “cosmovisión”, concepción del mundo; lo que los alemanes llaman Weltanschauung. Si nos atenemos a este significado amplio, en todas las culturas descritas por los antropólogos existen ciertas creencias compartidas que constituyen su filosofía mundana, las cuales ayudan a organizar la vida social y la práctica cotidiana y dotan de sentido a los acontecimientos que afectan al grupo. En esta acepción, puede hablarse de una filosofía hindú, de una filosofía azteca o de una filosofía yanomami o sioux. Por consiguiente, si nos referimos a la filosofía en sentido amplio, como cosmovisión, la antropología cultural y la sociología, desde presupuestos funcionalistas, serían las encargadas de dar una respuesta suficiente a la pregunta “¿para qué hace falta esa cosmovisión?” Si hacemos caso a Durkheim, esas cosmovisiones cumplen unas funciones muy importantes a la hora de dar cohesión, unidad e identidad a los grupos sociales humanos (cfr. 1982 [1912]).
Desde ciertas creencias religiosas o soteriológicas, la filosofía puede considerarse innecesaria, incluso dañina. Desde el fideísmo se ha recordado muchas veces la conocida recomendación paulina: “libraros de las falsas filosofías” (Col. 2: 8-15). Desde concepciones románticas y subjetivistas se reivindica la prioridad de los sentimientos frente a los análisis, los razonamientos o los argumentos. Como decía Thomas de Kempis: “más deseo sentir la contrición que saber definirla” (2016 [1418],p. 15). Si uno tiene una creencia bien fundada en sus sentimientos, sus intuiciones y su personalidad, ¿para qué hace falta la filosofía?
En un sentido positivo, la tarea de la filosofía académica es la de orientarnos en el presente ante multitud de problemas y de retos ineludibles que requieren una respuesta racional en tiempo real, una respuesta que necesita un análisis filosófico (en la tradición de la filosofía académica). Algunos de estos problemas prácticos del presente son el aborto provocado, el infanticidio, la reproducción asistida, la maternidad subrogada, la experimentación con embriones humanos, la clonación, la eutanasia, los trasplantes, las drogodependencias, la iatrogénesis, la eugenesia, la ingeniería genética, la mejora humana, la ética de la conducta sexual, la pena de muerte, las políticas de salud y de educación, el reparto de recursos, el racismo, la emigración, la guerra, el terrorismo, el crecimiento demográfico, los límites de las ciencias, la detección y combate de las pseudociencias, el estudio de la función de las artes, la vida extraterrestre, la inteligencia artificial, el cambio climático, la gestión de la energía, el nacionalismo, la igualdad, etc. Todos estos problemas exigen tomar en consideración cuestiones científicas, pero no tienen una solución exclusivamente científica y requieren de un tratamiento interdisciplinar que es característico de la discusión filosófica académica. El sistema filosófico es el que coordina la racionalidad y la coherencia para tratar esa amplia variedad de problemas.
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In this paper, I shall present a reasoned answer to the question about the usefulness of philosophy. I start by analyzing the meaning and intentionality of the question “philosophy: what for?” Next, I study the different meanings of the word “philosophy” in the context of that question (section two). In the third section, I present some examples of certain answers given to the question “philosophy: what for?” as they can be studied from a historical and anthropological perspective. Next, I take into ac- count certain outstanding philosophical systems to see how they have answered the question about the usefulness of philosophy (section four). Finally, I argue a reasoned answer to the question from the perspective of a Stoic, materialistic philosophy of the present (section five).
En las democracias políticas de partidos del “capitalismo avanzado”, cada ciudadano es libre y tiene sus opiniones y sus preferencias. Tiene libertad de pensamiento y de expresión, y goza también de libertad de elección en los contextos más diversos, no sólo ante los bienes de consumo, sino también en sus opciones ideológicas y políticas. Cada ciudadano organiza su vida como quiere siempre y cuando respete ciertas normas mínimas de convivencia: los ciudadanos adultos civilizados no tienen por qué recibir consejos, admoniciones o indicaciones de nadie. En este contexto sociopolítico, “filosofía, ¿para qué?”
Por vía negativa esa sistematicidad significa que es necesario analizar y triturar todos los mitos, las ideas eternas y metafísicas y las nebulosas ideológicas del presente. Según este cometido crítico destructivo, el fin de la filosofía sistemática no tiene como horizonte la omnisciencia que se reconoce imposible, sino la docta ignorancia. ¿Cuáles puedan ser esas ideas mitológicas y metafísicas que piden un análisis crítico en nuestro presente? Sin intención de ser exhaustivo, se podrían citar las siguientes: cultura, naturaleza, Dios, religión, fetichismo, mundo, alma, mente, sentimiento, ciencia, control tecnológico, identidad cultural, felicidad, hombre politécnico, izquierdas, derechas, democracia, fin de la historia, derechoshumanos, derechosdelosanimales, gobiernomundial, sociedad civil, justicia universal, crecimiento sostenible, autodeterminación del pueblo, Europa, individuo, progreso, Ilustración, respeto, tolerancia, relativismo, entre otras. La tarea de la filosofía, en este sentido negativo, implica establecer los límites de nuestros conocimientos; consiste en localizar el error, en detectar la basura, clasificarla y barrerla.
Como digo, el carácter de la pregunta es crítico, polémico; podríamos decir incluso que parece malintencionado o que ya implica un juicio negativo, o al menos una sospecha acerca de la inutilidad de aquello por lo que se pregunta. En el caso de la filosofía, la pregunta no la hace el ignorante que no sabe qué es la filosofía, sino que la hace aquél que, sabiéndolo, o creyendo saberlo, pone en duda su utilidad, su finalidad e, incluso, su existencia. En el caso de la filosofía, ese juicio crítico y negativo puede tener diversas fuentes. Sin intención de ser exhaustivo, voy a considerar las siguientes:
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La pregunta “¿para qué?” es una interpelación que se hace ante configuraciones creadas por los hombres con arreglo a fines propositivos: no se pregunta “la Luna, ¿para qué?” o “las leyes de Kepler, ¿para qué?”, pero sí se puede preguntar “la exploración espacial, ¿para qué?”
¿Qué relación hay entre esas filosofías y la constitución de las ciencias modernas? ¿Acaso no siguen todavía vigentes en el presente tramos muy importantes de esas filosofías, los cuales seguimos considerando como verdaderos?
Como he dicho en el apartado anterior, la filosofía en sentido restringido es la del área de difusión del helenismo; es una filosofía particular por sugénesis, pero con pretensions de universalidad. Nuestra pregunta, entonces, cuando va referida a esa filosofía académica, tomaría valores muy concretos: ¿vale o valió para algo la filosofía de Platón, de Aristóteles, de Descartes, de Spinoza o de Kant? Una modulación gnoseológica de esa pregunta sería la siguiente: ¿se puede entender la historia universal sin hacer referencia a la filosofía de estos autores o de otros parecidos? ¿Qué papel jugaron esas filosofías en la democracia de Atenas, en el Renacimiento europeo, en el descubrimiento de América, en el imperio español o en la Revolución Francesa? ¿Qué papel jugaron en la constitución de los Estados modernos o de los Estados-nación contemporáneos, en los ordenamientos jurídicos de esos mismos Estados o en la Declaración Universal de los Derechos Humanos?
Desde las técnicas y las tecnologías (ingenieriles, políticas, económicas, de comercio, jurídicas, empresariales, médicas, etc.), que tienen un significado práctico inmediato, es lógico que se planteen las pregunta “¿para qué vale la filosofía?”, “¿es realmente necesaria?”, “¿tiene alguna utilidad práctica?”. Es la pregunta que habría hecho un comerciante fenicio (“¿qué gano yo con la filosofía?”) o la que hace un padre preocupado por el futuro profesional de su hijo (“¿se puede vivir de la filosofía?”).
Gustavo Bueno propuso “la vuelta del revés de Marx”, la cual implicaría sustituir la analogía arquitectónica por la analogía orgánica de los huesos y el resto de los tejidos. Los huesos sostienen el organismo, pero el resto de los tejidos no es una mera superestructura añadida después, ya que sin ellos el esqueleto mismo no existiría. En todo caso, los tejidos no esqueléticos del organismo no proceden del esqueleto, sino que cada tejido procede de las correspondientes hojas blastodérmicas (cfr. Bueno, 2008).
Por último, si tomamos la filosofía en cualquiera de las cuatro modulaciones consideradas en este epígrafe (en sentido amplio, como filosofía adjetiva, en sentido estricto y como filosofía administrada), es muy importante subrayar que no existe “la” filosofía en singular, sino que lo que existe es una multiplicidad de filosofías heterogéneas, enfrentadas unas con otras e incluso incompatibles entre sí. Esto es así si entendemos la filosofía en sentido amplio como concepción del mundo, ya que cada cultura tiene su propia Weltanschauung particular. Las filosofías adjetivas, por su parte, son todas particulares porque van referidas a una región de la realidad muy concreta a la cual sirven. Pero esa falta de consenso también se da en el ámbito de la filosofía académica donde coexisten una amplia variedad de idealismos, materialismos, formalismos, positivismos, existencialismos, fenomenologías, hermenéuticas, posmodernismos, etc. En la filosofía administrada también se reproduce esa diafonía, como muestran los ejemplos que he puesto: el materialismo dialéctico, el maoísmo, la escolástica. Por lo tanto, la pregunta “¿para qué la filosofía?” quizás pudiera considerarse como una pregunta mal formulada, ya que está dando por supuesta una unidad de la filosofía que no existe ni ha existido nunca. O quizás la formulación de la pregunta en singular esconde el conocimiento implícito, por parte de quien la hace, de esa heterogeneidad de filosofías y, entonces, la pregunta podría reformularse del siguiente modo: si existe tal variedad de filosofías distintas e incluso incompatibles entre sí; si es imposible llegar a un acuerdo, ni tan siquiera a un consenso, en cuestiones filosóficas; si esto ha sido así siempre, ¿para qué la filosofía?
Desde la “sociedad del conocimiento”, entendida ésta como una red mundial materializada en internet y en las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, la filosofía puede ser vista como algo “obsoleto”, propio de un tiempo ya pasado. Quizás pudo tener sentido en los tiempos de Aristóteles o aún en los tiempos ilustrados de la Enciclopedia, pero ahora ha dejado ya de tener utilidad: se supone que esa “sociedad del conocimiento” es ya, por definición, una sociedad ilustrada en la que cada ciudadano es un filósofo. De acuerdo con Kant, no se puede aprender filosofía (salvo históricamente la filosofía ya escrita, que es un saber muerto, dogmático), sino que “por lo que a la razón respecta, solo se puede aprender a filosofar” (KrV, III, A837/B865).
La palabra “filosofía” puede entenderse en un sentido más estricto, aplicando una restricción que tiene un sentido histórico y cultural: es el uso de “filosofía” para referirse a la filosofía académica. La filosofía académica, como la geometría, es un invento propio del área de difusión del helenismo. “Filosofía” es, entonces, lo que hicieron Platón, Aristóteles, Porfirio, Plotino, san Anselmo, santo Tomás, Spinoza, Hume, Kant, Hegel, etc. Esta filosofía en sentido restringido se constituye alrededor de la Academia platónica, del Liceo aristotélico y de las instituciones sucesoras. Es la filosofía que se estudia en los manuales de historia de la filosofía que empiezan con los filósofos presocráticos y terminan con los filósofos académicos contemporáneos (Ortega, Zubiri, Russell, Heidegger).
Por último, la pregunta “¿para qué la filosofía?” toma valores muy concretos y muy positivos cuando va referida a la filosofía administrada por instituciones públicas, privadas, políticas, eclesiásticas o estatales.
De acordo com Aristóteles a origem da filosofia é o espanto, de modo que nós filosofamos ou por não mais acreditar que as explicações que foram socialmente estabelecidas sobre as coisas sejam válidas (como aconteceu na Grécia Clássica com os mitos) ou por que nos deparamos com coisas para as quais não há qualquer ...
Resposta. Resposta: O grande problema fundamental de toda a filosofia, em especial da filosofia moderna, é o da relação entre o pensamento e a existência [...], a relação do espírito com a natureza [...], o problema: qual existe primeiro, o espírito ou a natureza?
A Filosofia é muito importante para nós, embora muitos não saibam da sua importância. Ela nos ajuda desvendar os mistérios e histórias da nossa existência, e compreender o porquê e a razão fundamental para tudo o que existe. ... A partir da Filosofia surge a ciência que é o conhecimento científico por sua própria natureza.
A filosofia contribuiu com o desenvolvimento do método científico da ciência moderna. ... Em oposição às teses positivistas, apareceu o filósofo da ciência Karl Popper (1902 – 1994) com a obra A Lógica da Pesquisa Científica (1934), propondo um critério de demarcação entre ciência e não-ciência.