El Interaccionismo Simbólico es una teoría sociológica que ha tenido un gran impacto en la psicología social contemporánea, así como en otras áreas de estudio de las ciencias sociales. Esta teoría analiza las interacciones, y sus significados, para comprender el proceso a través del cual los individuos nos convertimos en miembros competentes de una sociedad.
4Se hace oportuna la aclaración realizada por Goffman (2006: 3): “El recurso crucial de James fue, desde luego, un juego bastante escandaloso con la palabra mundo [o realidad]. Lo que él quería significar no era el mundo, sino el mundo actual de una determinada persona”.
Esta segunda generación también se caracteriza por el desarrollo de la la etogenia (el estudio de la interacción humana-social, que analiza sobre todo estos cuatro elementos: la acción humana, su dimensión moral, la capacidad de agencia que tenemos las personas y el concepto mismo de persona en relación a su actuación pública).
1En especial, cuando se atiende a las contribuciones de Georg Simmel a la sociología norteamericana. La importancia de la ciudad y la implicación y posibilidades que da la movilidad de los individuos en las metrópolis tuvo su impacto en la Escuela Sociológica de Chicago. Para esta última, discutir las consecuencias que afectan el temperamento del individuo, motivadas por la movilidad social y por el ambiente urbano, es central. Además de que la ciudad moderna es el centro neurálgico de la diferenciación social, de la complejidad de las relaciones, de los grupos sociales, en definitiva, de las interacciones sociales, ideas clave desarrolladas, posteriormente, por el interaccionismo simbólico.
O interacionismo simbólico teve um impacto significativo a transformação da psicologia social clássica em psicologia social pós-moderna o Nova psicologia social. Especificamente, teve um impacto na psicologia social discursiva e na psicologia cultural, onde a partir da crise da psicologia tradicional dos anos 1960, conceitos anteriormente rejeitados, como reflexividade, interação, linguagem, adquiriram especial importância. .
Além de Erving Goffman, alguns autores que influenciaram grande parte do interacionismo simbólico da época são Garfinkel, CICOUREL e o autor mais representativo da etogenia, Rom Harré.
Además, el Interaccionismo Simbólico ha sido útil para explicar el proceso de socialización, que se planteó en inicio como objeto de estudio de la sociología, pero que rápidamente se conectó con la psicología social.
De esto se deriva que el individuo no es una expresión; es más bien una representación, una versión de sí mismo que se construye y se descubre por medio del lenguaje (lenguaje que no están aislado ni ha sido inventadas por el individuo, sino que pertenece a una lógica y a un contexto social en concreto).
A muy grandes rasgos, lo que el Interaccionismo Simbólico sugiere es que las personas nos definimos de acuerdo al sentido que adquiere ‘el individuo’ en un contexto social específico; cuestión que depende en gran medida de las interacciones que entablamos.
Existe una relación conceptual entre el interaccionismo simbólico y los estudios contemporáneos sobre cultura y poder, el post-estructuralismo y la denominada crítica posmoderna. El interés es evidenciar en qué medida presenciamos un gesto teórico y analítico que introduce la problemática de la política y el poder en clara vinculación con los aspectos culturales, y un orden simbólico propio de las interacciones sociales. De esta manera, el objetivo es sugerir que los heterogéneos estudios culturales, así como la misma crítica posmoderna, se presentan como una suerte de reutilización de perspectivas interaccionistas en la sociología.
Uma das principais proposições é que a identidade é construída principalmente por meio da interação, O que é sempre simbólico, ou seja, sempre significa alguma coisa. Em outras palavras, a identidade individual está sempre em relação aos significados que circulam em um grupo social; depende da situação e dos lugares que cada indivíduo ocupa neste grupo.
Esta síntesis habría ocasionado cierta pérdida de identidad para el interaccionismo de Blumer, al desdoblarse, aparentemente, en enfoques que lo reducirían a las cuestiones básicas de las ciencias sociales. La señalada fragmentación resultante de su fragilidad en los ochenta, así como los intercambios epistemológicos y conceptuales con el denominado “giro posmoderno” habrían generado, en la opinión de algunos, que el interaccionismo simbólico se disolviese en el mosaico policromático y caótico de la sociología del fin de siglo (González de la Fe, 2003: 211). Esta sentencia, integrando un compendio de diversas conjeturas, formó parte de un inconfundible gesto, por parte de muchos intelectuales, para materializar una actitud militante contra los enfoques que reintrodujeron la “cuestión pos”10 en el debate académico de los años noventa, inmediatamente después del evidente desgaste y dispersión de las temáticas vinculadas a la globalización (Gadea, 2007).
La inevitable crítica a estas perspectivas desarrolladas por Blumer se encuentra en sintonía con la posibilidad de pretender explicar el entorno social y cultural a partir de conceptos “relacionales”, sin ignorarse una mirada arquetípica de toda una tradición sociológica que adquiere forma en Georg Simmel (1977). Lo que está prácticamente explícito en el interaccionismo simbólico es una concepción de la realidad que presupone que “todos somos fragmentos” y, así, que el conocimiento que adquirimos es necesariamente fragmentado en el seno de situaciones vividas. Tanto Simmel como las perspectivas interaccionistas parecen partir de un principio cuasi-regulador de la realidad social, en el que todo interactúa con todo, en el que lo que existe son relaciones de movimiento permanentes. Así, conceptos como “estructura social” e “institución social” desempeñan papeles secundarios, ya que la sociedad no parece ser una entidad completamente cerrada en sí misma, absoluta, una simple totalidad. Comparada con la interacción entre las partes que la componen, es sólo su resultado. De esta forma, la sociología no tendría nada que ver con una noción reificada de la sociedad, y sí con la interacción social y con las formas de sociabilidades consecuentes.
Esta atención para una dimensión extendida del significado de cultura permite dar un “giro hermenéutico”, únicamente posible dentro de los límites de la mala reputación que tiene el análisis de la realidad social. Se trata de un giro fenomenológico subversivo, en el que lo importante de una situación vivida es la “sensación de su ser real” (James, 1961) y, fundamentalmente, sus implicaciones acerca de una estructura del conocimiento que sugiere un marco binario de ordenamiento del mundo (masculino-femenino, blanco-negro, norte-sur, inclusión-exclusión, etcétera). Sucede que el la actitud por conocer a partir de ese marco binario no puede impulsar, como cuestión central, un instrumental conceptual que apriorísticamente no asuma su carácter contingente. No se trata de otra cosa que de hacer visible cómo las formas diversas del “determinismo sociológico” pueden, incluso, convertirse en trampas difíciles de delimitar en momentos de confrontar la interacción social con las tensiones propias de los sub-universos de la cultura y el poder. Puede resultar curioso que fue el propio Herbert Blumer (1969), heredero del pragmatismo a la William James (1961) y de los enfoques interaccionistas de George H. Mead (1982), quien intentó, en extensas líneas, alejarse de ese determinismo sociológico que no admitía que las sociedades humanas estén compuestas de individuos dotados de “sí mismo”. Por el contrario, sus seguidores verían a las personas como simples organismos con cierto tipo de organización que responden a las fuerzas que actúan sobre ellas. Dichas fuerzas estarían incluidas en la “estructura de la sociedad”, como lo son el estatus, el rol social, las costumbres, las instituciones, la representación colectiva, los valores y las normas. La suposición consiste en admitir que la conducta de las personas, en tanto miembros de una sociedad, es la simple expresión de la influencia que sobre ellas ejercen dichas fuerzas (Blumer, 1969).
Licenciada en Psicología por la Universidad de las Américas Puebla (México). Máster en Investigación e Intervención Psicosocial por la Universitat Autònoma de Barcelona, con experiencia profesional en inclusión social y educativa así como docencia en psicopedagogía. Cuenta con estudios en política pública y derechos humanos y actualmente es doctoranda en Psicología Social en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde trabaja temas relacionados con metodologías cualitativas, salud pública, salud mental, diversidad funcional y perspectiva de género.
En la primera generación del Interaccionismo Simbólico surgen propuestas metodológicas cualitativas e interpretativas, por ejemplo el análisis del discurso o el análisis de los gestos y de la imagen; que se entienden como elementos que no sólo representan sino que también construyen una realidad social.
Finalmente hay quienes consideran que plantea una idea de interacción bastante optimista, ya que no necesariamente toma en consideración la dimensión normativa de la interacción y de la organización social.
Además de Erving Goffman, algunos autores que han influido gran parte del Interaccionismo Simbólico de este momento son Garfinkel, Cicourel y el autor más representativo de la etogenia, Rom Harré.
A dimensão cotidiana, o estudo dos significados e as coisas que aparecemos ao interagir são objetos de estudo científico. Em um nível prático, metodologia empírica é muito importante. É por isso que o interacionismo simbólico é importante em relação à fenomenologia e etnometodologia.
Entre seus antecedentes está também a defesa de verdades “situadas” e parciais, em oposição a “verdades absolutas”, que eles foram criticados por grande parte da filosofia contemporânea considerar que a noção de “verdade” se confundiu bastante com a noção de “crenças” (porque, do ponto de vista pragmático da atividade humana, as verdades têm a mesma função que as crenças).
Em suma, todos têm um caráter social, portanto os comportamentos individuais devem ser entendidos em relação aos comportamentos do grupo. Portanto, vários autores desta geração se concentram particularmente em compreender e analisar a socialização (O processo pelo qual internalizamos a sociedade).
Segundo a Teoria de Piaget, o crescimento cognitivo da criança se dá por assimilação e acomodação. O indivíduo constrói esquemas de assimilação mentais para abordar a realidade. ... É através das acomodações (que, por sua vez, levam à construção de novos esquemas de assimilação) que se dá o desenvolvimento cognitivo.
Principal representante da psicologia da aprendizagem, que centra suas investigações nas estruturas cognitivas, Jean Piaget defendia a ideia de que o conhecimento não existe: aquilo a que se dá este nome é um conjunto de capacidades intelectuais hierarquicamente classificadas que requerem uma visão científica mais ...
Concluiu-se que para a perspectiva piagetiana aprender é construir ou reconstruir conhecimento e não copiá-lo do real e isso se dá através dos esquemas de assimilação de um sujeito e da coordenação dos mesmos em estruturas de conhecimento. Palavras-chave: aprendizagem, construção do conhecimento, teoria piagetiana.
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Vem de Piaget a idéia de que o aprendizado é construído pelo aluno e é sua teoria que inaugura a corrente construtivista. Educar, para Piaget, é "provocar a atividade" - isto é, estimular a procura do conhecimento. "O professor não deve pensar no que a criança é, mas no que ela pode se tornar", diz Lino de Macedo.
3 PRÁTICA DOCENTE NA EDUCAÇÃO INFANTIL É preciso atender as políticas para a educação infantil, considerar a realidade da criança de forma ampla, percebendo suas especificidades, ouvir o educador, a escola o aluno e a família nas suas limitações, e estar sempre aberto para uma avaliação continua.